El fútbol argentino y el impacto por el Mundial de Suecia La temporada futbolística de 1958 resultó altamente negativa. El pobre desempeño de nuestro seleccionado en el Mundial de Suecia reafirmó, por un lado, la pendiente por donde se deslizaba el fútbol argentino y, por el otro, que la carencia de confrontaciones internacionales había impedido comprobar cabalmente la magnitud de ese decaimiento. Pero como si esa cruda certeza no fuera suficiente, en el campeonato superior hubo diversos episodios de una situación que el fútbol argentino venía arrastrando desde tiempo atrás. Un trágico episodio ocurrido en la cancha de Vélez Sarsfield (falleció un joven espectador que recibió en pleno rostro una bomba de gas lacrimógeno), originó a su vez el desacato de los dirigentes de River Plate, que no aceptaron la clausura impuesta a su estadio por el Tribunal de Penas, no presentando al equipo superior en un partido oficial. El descomunal desorden provocado por hinchas de San Lorenzo y Racing, en el partido de la última fecha que estos equipos disputaron y que no pudo terminar, representó el broche con que se clausuró una temporada nefasta. El público tuvo sobrados motivos para retacear su concurrencia a los estadios, siendo muy notoria la disminución de espectadores, al punto de venderse unas 350.000 entradas menos que en 1957, descendiendo el promedio por partido a 9.770 entradas. Central Córdoba, que ganó el ascenso en 1957, debutó en el campeonato superior; Tigre, otra vez, descendió de categoría.